Templo del Agua Sumapaz
Presentación general
Los ríos, lagos, mares y glaciares se han convertido en infraestructura que soporta el modelo actual de desarrollo humano, el pensamiento instrumental creó modelos insostenibles que hoy son realidad, y han convertido los cuerpos de agua en alcantarillados, hidroeléctricas, fábricas, minas; provocando desecaciones, contaminación y la falta de acceso a agua potable entre otros. La tecnosfera nos ha vuelto testigos del comienzo de la sexta extinción masiva.
Existe una inteligencia planetaria a la que no hemos llegado, la biosfera y la geosfera han coevolucionado milenariamente en un sistemas adaptado autosostenible contrario a la inmadura acción humana de los últimos 100.000 años que hemos estado desde que fuimos homosapiens sapiens. Sin embargo hay una oportunidad de reencontrar la dirección reconociendo que al igual que el resto de los mamíferos hacemos parte de la biosfera, y que más que en el pensamiento, en el cuerpo y su sentir esconden las respuestas.
El agua no tiene tiempo ni lugar, no está ni desaparece, fluye y se transforma, su presencia como partícula hidroscópica o como cuerpo es solo una cara de su condición impermanente. El agua que viaja en nuestro torrente sanguíneo puede ser la misma que bebió un neandertal y que ha venido fluyendo entre el atlántico, los alpes, el amazonas y la Antártida. La naturaleza exterior continúa en nuestra naturaleza interior, y funciona de modo interdependiente y cíclico. El paisaje del agua interior es como el afuera, el 70% de agua que compone la tierra es igual al 70% que compone el cuerpo, por el transitan aguas dulces y saladas, saludables e insanas. Como hemos operado con las fuentes de agua del planeta, lo hemos hecho con nuestro cuerpo, la instrumentalización nos ha alejado del bienestar y el problema como dice Tim Inglod, es que hemos perdido la sensibilidad y el sentido inmediato para pensar nuestro entorno. En esa dirección las comunidades vernáculas del mundo tienen mucho que aportar al encontrar maneras de interactuar con las fuentes de agua, a partir de concebirse como seres con vida, al exigir sus derechos y al tramitar su entendimiento por medio de los ritos y diálogos sagrados.
En este sentido es posible resonar en nuestro cuerpo líquido, las sonoridades del agua que escuchamos y sumergirnos en su naturaleza vibrátil e ingresar a un estado de presencia, un continuum oscilante. Mientras nos reflejarnos en ella, internamente vamos limpiamos sus representaciones instrumentales y despertando memorias de nuestro principio como seres acuáticos, en el útero fuimos oyentes a la escucha de un presente que no separaba el individuo del entorno, un modo de percepción que fue denominado por Freud como sentimiento oceánico, una experiencia subjetiva donde las fronteras entre el sujeto y el mundo se diluyen por unos instantes y el mundo se concibe como una totalidad orgánica interdependiente produciendo una sensación de presencia ilimitada y plenitud reconfortante.
Me interesa en este proyecto trabajar este tipo de sensaciones, y con ello en el bienestar de la mente de los asistentes, porque es allí donde opera el desequilibrio en el pensamiento instrumental que han entendido la naturaleza y en ella las aguas como materias inertes. Hemos creado una arquitectura neuronal de valoraciones que han permitido la afectación antropogénica de los entornos acuáticos a escala planetaria. Ayudar a ordenar el sentir y el pensamiento instrumental, sana adentro nuestro cuerpo, y por proyección, sana el territorio.
¿De qué se trata?
El proyecto consiste en la creación de una arquitectura viva(sonora) para la experiencia sublime, un lugar para escuchar y meditar con el sonido productos de acontecimientos hidráulicos, en el que además de maravillarse con la belleza y tranquilidad de la presencia física del agua, se invita a dar agradecimiento por los beneficios recibidos en un acto de limpieza y sanación de las aguas interiores y del entorno en la experiencia psíquica estética.
Se gesta por la necesidad de tener un espacio para revalorar las aguas en las que fluye nuestra vida diariamente, por la necesidad de un tiempo de intimidad, para permitirnos recibir la sanadora vibración del agua, un espacio sagrado, un espacio para expresar gratitud y acogernos en la bendición y compasión de la naturaleza.
El proyecto es el resultado de una investigación que ha llevado varios años de trabajo. Por una parte en la exploración escultórica de la luthería anfibia, donde estudió la resonancia de la naturaleza, los fenómenos actantes de agua , y por el otro en proyectos pedagógicos, artísticos y comunitarios que dan como resultado la necesidad de crear espacios y prácticas para rendir tributo al agua.
Créditos:
Cortesía de Fragmentos, Espacio de Arte y Memoria
Fotografías de Juan Velasco