Tierras de Mar

Tierras del Mar es una instalación sonora resultado de un proceso de residencia durante el Festival Tsonami 2017, que estuvo centrado en la reconstrucción de la memoria sonora del muelle y el trabajo con la comunidad de pescadores de la Caleta el Membrillo, para pensar, recordar, sentir y expresar la relación esencial y afectiva con el agua y sus distintas formas de vida. Durante este proceso de intercambio con la cultura pesquera, se construyó colectivamente un bote de madera que recorrió la ciudad y la bahía, que finalmente se instaló y se exhibió en Worm Gallery.

Apunte de Bitácora: Ya zarpó “Tierras del mar”, tocó las aguas y fue bautizado en la playa san mateo y tomó rumbo al norte entre calles y parques en la ciudad de Valparaíso, siguiendo la línea por donde hace mucho se juntaba el mar y la tierra. Se detuvo en el antiguo puerto sepultado en la plaza Soto Mayor, siguió hacia el congreso y pronto hará un giro y anclará en la caleta el membrillo. La mar volvió a tocar la ciudad a través de sus sonidos y el de los pescadores, un lamento ante la desproporcionada intervención sobre el paisaje que cada día hace más difícil la vida, un llamado a volver a la escala uno a uno con el mar. 

 

 

Escultura móvil y caminata sonora
2017
Vea: Festival de Arte sonoro Tsonami (Chile)
Materiales:  Madera (terciado marino), sistema de amplificación estéreo con parlantes de madera, grabaciones de campo y entrevistas.
Medidas:  2,30 m x 1,20m x 60cm

 

Toda forma de escuchar se construye social y culturalmente, por lo tanto, está sujeta a la mediación de sentidos, intereses y poderes, la escucha es ante todo un acto político. Entender e interactuar con la realidad implicará una disposición de escucha inquieta, atenta y profunda a lo que suena y lo que calla, asumir que cada sonido y silencio son huellas inseparables de los acontecimientos que emergen como la voz de un territorio dinámico, que está cambiando o desapareciendo y que como toda voz guarda consigo su función expresiva y comunicante.

Como oyente dentro del tramado sonoro de los lugares que he recorrido a la escucha  sobresalen las voces de distintos paisajes del agua, estos me han llevado a comprender que estamos viviendo en tiempos de agua: tiempos de ríos secos, desviados, embalsados, que arrastran montañas, de mares desplazados, sectorizados,  instrumentalizados y ruidosos, de aguas invivibles a veces en abundancia otras en escases, cambios intensos e inesperados, en síntesis, tiempos en una nueva métrica biológica y cultural.

A la escucha de las aguas de Valparaíso me encontré con los sonidos de la crisis de las utopías de desarrollo económico en las voces de los porteños que reclaman sus antiguas playas, de los pescadores artesanales en pelea con el estado y con los lobos marinos, la industria poblando las aguas con sonidos residuales a sus actividades marítimas, y una ciudad llena de ecos de un pasado cultural sonoro inspirado en la poética de las fuerzas de vida y muerte de un mar que resiste y golpea.

Tierras del mar, proyecto desarrollado dentro del Festival Tsonami 2018 se enfoco en los sonidos que emergen del mar pacifico como un escenario natural y cultural de seres que viven en el agua y por el agua, que reclama la libertad del océano y los modos de subsistencia que han venido siendo arrebatados con las políticas económicas y portuarias.  Durante años el límite costero y humano se ha venido moviendo, y con ello el proceso de territorialización y reducción instrumental del paisaje, de está situación da cuenta los restos del muelle enterrados en la plaza Sotomayor, el proyecto en curso de expansión del terminal, que “ganará” 185 metros en una extensión de 725 metros de atraque sobre la línea costera y las actuales leyes de regulación de los recursos hidrobiológicos y la pesca. Separar el pacifico de los porteños y en especial de quienes tradicionalmente han sobrevivido de la pesca artesanal dentro de las caletas de ciudad ha implicado la ruptura de un dialogo sostenible y vinculo existencial con las aguas: un mar sin tierra, un mar sin memoria, sin voz, un mar de nadie.

Trabajé en la comunidad de la caleta el membrillo junto con pescadores artesanales, carpinteros de rivera y artistas, nos propusimos hacer un bote de madera tinglada, mientras en medio de conversaciones, recorridos por los paisajes y sus voces, iba apareciendo la memoria sonora de la caleta: cantos a la mar,  historias de la vida y muerte de los pescadores, de las prácticas tradicionales de la pesca, de la carpintería, de los tiempos en los que se podía trabajar y subsistir de las interacciones en una escala uno a uno con el pasaje, en fin una polifonía de expresiones esenciales, afectivas y conflictivas con el mar y sus formas de uso. Al bote se le ensamblo un sistema de amplificación de sonido, dos conos de madera que como grandes bocas permitían proyectar los sonidos registrados durante la experiencia. Al terminar el bote se bautizo como “tierras del mar” en un acto ritual en las playas de San Mateo, luego se llevó a pasear en esa parte del plan donde un día las aguas del pacifico acariciaban los cerros y de la misma manera como la ciudad se tomó al mar, el mar y la vida de los pescadores se sumergieron dentro de la ciudad en flujos sonoros llenos de historias, cantos y paisajes del agua, en tono nostálgico y esperanzador. La acción puso en evidencia  un mar vivo pero fuertemente vulnerado, que ha dado mucho pero también ha quitado, hizo un llamado a recordar la naturaleza acuática de lo humano, a volver a sentir lo que nos unió y nos separó de las aguas a interpretar en los sonidos del pasado oceánico un presente posible, respetuoso y sustentable con el paisaje.

Caminata:

Luego de dos semanas de carpintería en la Caleta Membrillo, y con el beneplácito del líder cultural de los pescadores, expresado en voz alta a la comitiva que rodeaba el bote terminado, salió la procesión. Mujeres, hombres, comunidad del membrillo, artistas, asistentes: una agrupación de cuerpos sumaron y relevaron esfuerzos para llevar en hombros el navío en los más de 5 kilómetros de recorrido. La primera cita de esta romería fue en las playas de San mateo, allí y siguiendo la tradición fue bautizado con el nombre Tierras del Mar, mientras el navío se dejaba acariciar y mecer por las aguas. En medio del silencio de los espectadores se cumplia la promesa de flotabilidad, se presenció el encuentro sublime entre la cultura del mar expresada en la experiencia, entendimiento y la sensibilidad de todos los que colaboraron con sus manos e ideas en el moldeo artesanal de las maderas, con el paisaje natural turbado del océano pacífico. El acto, más que darle un nombre le dio un destino, entonces zarpó hacia la ciudad entre calles, por las tierras donde en tiempos pasados ondeaban las olas del mar, y hoy luego de múltiples rellenos, es la ciudad nueva de Valparaíso. La peregrinación se abrió paso en medio de buses y edificios, desde el sistema cónico de amplificación acústica, un mar en sonidos alternaba con el paisaje sonoro urbano, sonidos naturales del borde costero y voces de pescadores recordando, expresando sus pensamientos, deseos y cantando sus historias, llamaban la atención de desprevenidos transeúntes. Se detuvo en el antiguo puerto sepultado en la plaza Sotomayor, en  otras plazas, parques y frente del Congreso a lado de Sernapesca, donde vieron cómo las voces amplificadas que reclamaban una escucha sensata a las realidades de los pescadores artesanales, generaban desconcierto e incomodidad, de allí y tomando un último aliento giró hacia Worm Gallery y como un fitzcarraldo en la ciudad subimos por escaleras, un balcón y una ventana para dejar a Tierras del mar en la que fue su morada durante el festival Tsonami y por 1 mes más.

Exposición:

Un bote, cuyo lugar es el agua, entra a una casa de un barrio popular en la falda del cerro merced de valparaíso. Se trata de Worm Gallery, más que un espacio formal para las  artes es una casa familiar que recibe con hospitalidad, experiencias poéticas y sociales donde priman los encuentros entre saberes y formas de vivir con la comunidad local. Es “Tierras del mar”, resultado de la construcción colaborativa en un proyecto de memoria sonora, sobre las prácticas de subsistencia y tradición cultural de los pescadores artesanales de la caleta el membrillo. En la propuesta, la transposición de sentidos de lugar y uso, provocan en los visitantes y vecinos un estado de extrañamiento. Aunque hace tiempo en valparaíso era habitual que la gente del común tuviera un vínculo cercano con el océano, además de navegarlo, sabían hacer sus botes y subsistir de lo que trae el mar, hoy cada vez más se marca la línea que separa la ciudad y la ciudadanía de su relación vital, simbólica y afectiva.

La exposición se extendió del festival Tsonami por un mes más, tiempo en el que se realizaron varios encuentros y procesos, como un taller de hidráulica poética, la conformación de un coro de canto a la mar, una charla sobre la crisis en la interpretación de los mensajes del agua y una experiencia culinaria con la preparación de una receta tradicional de los pescadores hoy llevada a la alta cocina,“reineta a lo pobre”. El bote salió de Worm para encontrarse en el lugar donde el río aconcagua besa las aguas del mar pacífico en Concón en medio de una phalene o acto poético de cierre del proyecto, luego volvió a la caleta el membrillo para quedarse definitivamente allí y participar de las fiestas de San Pedro llevando el santo en sus próximas procesiones.

(Video Documental)

https://www.youtube.com/watch?v=soXQ7ZBycAc

<
>