RITMOS [La imagen viva de la muerte.]

“Mientras registraba con la cámara de video el drama de una trucha arcoíris en un platón sin agua, me preguntaba: ¿cuántas fracciones de segundo debe captar la cámara para dar vida y fluidez al movimiento real de este animal agonizante? Y a la vez  ¿cuántos golpes por segundo desencadena ese pequeño cuerpo como respuesta a la pulsión de vida?”

RITMOS [La imagen viva de la muerte.] from leonel vasquez on Vimeo

Ritmos, es un proyecto de cinematografía  e instalación sonora automatizada desarrollada en un espacio oscuro. En un primer momento los espectadores ingresan a la sala y se encuentran con un platón que vibra y chapotea agua  en una secuencia de golpes rítmicos, enseguida 3  maquinas artesanales de proyección mecánica se encienden  y empieza cada una  a proyectar un bucle de 80 imágenes fijas, mas o menos 16 por segundo, las imágenes corresponden a  tres intensos momentos de resistencia de una trucha luego de ser puesta en el platón vacío. Además de las imágenes visuales en el espacio se proyecta en un sistema de amplificación a 4 canales,  los sonidos  desencadenados por el accionar vibrátil y mecánico de los proyectores capturados con micrófonos de contacto.

Cuando la maquina le da movimiento a la imagen fija, no solo anima lo que podría ser una trucha muerta, sino que a la vez produce como resultado un sonido que ritma con los gestos del movimiento de la imagen que proyecta. Este sonido es la consecuencia de una serie de mecanismos que desarrollan sus acciones para poder dar el tiempo necesario a la exposición de los fotogramas: un motor que mueve las imágenes, otro que obtura, otro que mueve las hélices del sistemas de refrigeración para que la luz incandescente de la maquina no aumente y se incendie. Al mismo tiempo que el mecanismo esta en sincronía esta en riesgo, si un elemento falla la imagen se trunca o la maquina colapsa. La vida de la imagen y del pez esta compuesta por unos ciclos, cada uno con su propio ritmo coinciden en el tiempo de la obra instalada. La maquina proyecta el deseo de vida del animal, representado en el derroche de energía de sus movimientos jadeantes, pero también la dificultad que implica mantenerla.

La obra llama a testimoniar lo maravilloso y lo fatídico en la vida de la imagen y la muerte de la trucha, una epifanía que emerge en el mínimo espacio-tiempo, donde coinciden las pulsaciones polirítmicas que mantienen sutilmente el aliento y la vivacidad de este acontecimiento proyectado.

 

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